Demasiado tiempo escribiendo on-line

Creo que si. Creo que el camino de la letra puede ser el acertado, el definitivo. La letra perdura de una manera diferente que no sé explicar. Mirando al espacio infinito había mucho tiempo para pensar y mucho más para escribir. Mi compañero artillero prefería ver películas. Teníamos confianza. El leía mis escritos sin decir nada en contra de ellos y yo callaba el hecho de que consumiera estos productos prohibidos. Le encantaban las antiguas películas de ciencia-ficción. Esas que eliminaron y prohibieron por su supuesto optimismo en el viaje espacial y en los logros humanos. Si los que hicieron esas películas vieran nuestras naves a día de hoy quedarían perplejos y horrorizados. El viaje espacial en busca de vida extraterrestre fue el comienzo de esta locura, de esta soledad como especie que se hizo cada vez más grande dentro de nosotros mismos. Alguien invento ese antiguo orgullo de supremacía que vendieron con los Sputniks, Apolos, Voyagers, Pollagers y mil nombres más que no recuerdo. Todo fue una tapadera. Creo que la idea de los orgullos nacionales y todo lo que se invirtió en esos cacharros sirvió posteriormente para la industria armamentística, política y económica. Esa idea de orgullo es lo que prostituyeron a una incipiente humanidad cósmica y, aún hoy, según las necesidades de ELLOS, todavía lo hacen. Pero cada vez interesan menos estos temas. Una gran mayoría de la humanidad esta desgastada. Somos solo un engranaje de millones de piezas biológicas que sustentan estos ataúdes metálicos que surcan el cosmos. Nunca hemos encontrado vida, ya no sirve de nada ser los primeros en llegar a ningún lugar cuando las naciones (y sus orgullos patrióticos) han desaparecido y la vida terráquea esta esparcida por el universo con el único objetivo de mover estas naves que son la fuente de nuestra supervivencia. En su momento, cuando La Gran Reubicación, no se pensaría que acabaríamos así, o al menos eso quiero creer. Lo único que creo que se pensó es que todos los recursos planetarios y toda la humanidad había pasado a especializarse, a desarrollar sus ideas, creencias, hábitos de vida y economía en torno a los viajes espaciales. No se podía desmantelar la enorme flota sin asumir una segura crisis económica y existencial de magnitudes sin precedentes. Esto había superado a la religión. Tantas generaciones preparándose para el encuentro de algo, para viajar por el espacio, para obtener recursos en otros lugares, para terraformar planetas... ¿Se les iba a decir que se acabo? ¿Que volvieran a su bola de barro a buscarse la vida? ¿Que nuestro destino era ser prisioneros de La Tierra? ¿Que no tenia sentido invertir todos los recursos de nuestra especie en el movimiento por el espacio? Se intento, ¡claro que se intento! Todas las empresas que invirtieron en ofrecer trabajos y productos fuera del viaje espacial quebraron por falta de trabajadores y compradores interesados. Todos los políticos que asumieron este retorno al hogar en sus programas electorales cayeron a votos cero. ¡Claro que la gente quería estar en su planeta! Pero quería estar en ese entorno limpio, cristalino y natural que se ofertaba y se constituyo como la máxima imagen del éxito en la vida. Deseaban ese planeta desprovisto de masificación humana y construcciones artificiales. Fue la manipulación y el negocio del siglo, ¡que digo del siglo, del mileno!, ¡que coño!, ¡de toda la historia de la humanidad! Vender todo el puto planeta a través de una campaña de comedura de cabeza global donde el ecologismo, la sostenibilidad, la reducción de personas y construcciones humanas por metro cuadrado, eran la solución. El negocio perfecto. Las clases altas permanecerían en un Edén desde el cual lo gestionarían todo y las clases medias y bajas de trabajadores, las viviendas, los almacenes, fabricas, cárceles, recicladoras de residuos... Se trasladarían a los millones de navíos existentes (habría que darles algún uso). Mientras los trasladados ejercían la loable y honrosa misión de buscar vida extraterrestre, recursos, planetas habitables o terraformables:  trabajarían, estudiarían y se prepararían para ascender al máximo nivel de créditos disponibles para solicitar el traslado a La Tierra. Generaciones enteras viviendo y muriendo en navíos espaciales. Hormiguitas llevando migajas a su reina, a un hormiguero del que nunca recibirían protección ni consuelo en los duros y fríos días del invierno. <¡Bzz!>, <¡Bzz!> ¡Mierda! ¡Demasiado tiempo escribiendo on-line! ¡Mi conexión a la red necesita una inyección de crédito para continuar! <¡Clic! ¡Clic! ¡Clic!>, guardarguardarguardar antes de perder todo lo escrito.