Del latín en soledad

De como idiomas, voces, letras y análisis indescifrables se aglutinaban en las mentes. Tareas incompletas, Claras y deseosas ganas de subir un escalón, de pasar de nivel. Ese nivel, ese escalón que también se debía subir con la siempre Dama Blanca que parecía estar dispuesta y que aceptaba la invitación de la marca, de un futuro prometedor. Pero ¿Qué era el futuro? ¿Qué era el tiempo en mi estado actual? El tiempo no dejaba de ser una materia más, voluble y maleable, de este universo que me (que nos) rodeaba. Pese a esta voluble condición mi mente (mis mentes) continuaba (continuábamos) pensando casi siempre de la misma manera lineal que nos enseñaron nuestros ancestros (porque tuvimos ancestros ¿verdad?). Las personalidades y mentes diferentes se iban fusionando y tendiendo a crear un patrón de pensamiento unido y coherente, como si los pequeños cuerpos y mentes conectados (conectadas) a mi Todo Yo, sintieran que formaban parte de un ser vivo mayor que pese a que los hubiera asimilado, Este era Suyo, Este eran Ellos, Este era Yo, Estos éramos Nosotros. La individualidad iba abriendo paso a una unidad en la que se aceptaban los diferentes ideales, credos y pensamientos. El latín, por no sé que extraña razón, pareciendo ser un idioma difícil, deseaba, pese a esta supuesta dificultad, agregarse como herramienta de análisis, conocimiento sintáctico y habla interior del Todo Yo. Sentía un claro reclamo de la antigüedad idealizada, del estudio olvidado, del sacramental séptimo orden lineal. Porque la línea era el camino. Esa línea que nos llevaba al postre Terrano de la asimilación final. Y mientras llegaba ese final, sin prisa ninguna, íbamos absorbiendo y asimilando todo nuestro entorno circundante. Fusionándonos con el Todo y conociéndonos íntimamente cada vez más.

Procrastinando

Un viejo negro toca su melodía de jazz. Esta se fusiona perfectamente con el humo que Él ya no introduce en su ser y con la oscuridad que si lo impregna y conforma. La melodía lo lleva a pensar que ya era el momento, que no debía retrasar más esa acción inevitable que estaba postergando: hablar con Ellos. Desde la Gran Asimilación donde los navíos Rhapsody, Unicrón y Atenas junto a Luna 19 y el planeta que esta orbitaba fueron asimilados incrementado y alterando su nueva masa corporal, mental e incluso me atrevería a decir: espiritual, se había cerrado a todos lo que ahora también eran Él. ¿Sería por miedo quizás a reproches, disputas y peticiones? Se sentía en paz pese a saber que las confrontaciones y discusiones acontecerían antes o después. Disfrutaba de esa paz, de ese existir y navegar en el oscuro, frío y silencioso espacio exterior. Un exterior que cada vez formaba más parte de su interior. Esa paz que deseaba mantener también era debida al desconocimiento de no saber exactamente la distancia ni el tiempo que le quedaba para llegar a La Tierra. Muy allá, en el fondo de la oscuridad, sentía palpitar su planeta de origen o más bien, su planeta de especie de nacimiento ya que nunca vivió en él (¿o si? ¿o si vivió en él alguna vez y confundió la realidad con una de sus tantas experiencia virtuales vividas en los Mundos Ideales?). Su objetivo estaba siempre presente: llegar hasta esa bola de tierra carcomida por castas de viejos inmortales que habían lanzado a toda la humanidad al espacio apropiándose Ellos el planeta ad aeternum. Le excitaba de sobremanera deleitarse en la idea de asimilarlo, de engullir esa primigénia célula cancerígena que extendió toda su ponzoña por el cuerpo universal. La asimilación de La Tierra debía ser el postre final (si un final pudiera ser posible). El verdadero final sería cuando todo lo existente hubiera sido asimilado, cuando Él fuera todo y todo fuera Él. ¿Seria esto posible? ¿podría estar algún día todo dentro de Él? Y si todo estaba en Él, ¿qué habría fuera de Él? ¿existiría un lugar-nada inasimilable donde al estar todo dentro de Él, Él estuviese? Quizá estuviera pensando demasiado ya que todas estas cuestiones se verían, se plantearían y se resolverían en un futuro aún muy distante. ¿Qué importaba? ¡tenia todo el tiempo del mundo! El tiempo también era asimilable. El tiempo también era Él. Por el rabillo del ojo veía otras realidades donde pasado, presente y futuro no eran lineales sino simultáneas. Esto lo dejaba para cuando asimilara toda esta realidad. Ahora mismo tenia una línea, un plan de trabajo que no deseaba fuera alterado ni distraído. Ya habría tiempo (cuando todo este fuera Él) de explorar la multiexistencialidad universo-temporal. Basta. Estaba procrastinando. Debía hablar con ellos YA. Acallarlos, imponerse constantemente requería de una concentración, energía y fuerza que aunque poseía, le apetecía poder usar en otras cuestiones. Miles de seres vivos: humanos y alienígenas principalmente mas algunos animales y plantas que viajaban en los navíos, estaban fusionados en su interior. Mezclados junto al hierro, el plástico, la masa misma de luna 19 y el planeta orbitado. Todos Ellos ahí, como una gran sopa de vida, inmersos en la masa que Él era. Al igual que Él estuvo (porqué estuvo ¿verdad? porqué ¿ya no lo esta?) hasta no hace mucho conectado, todos estos seres eran mantenidos con vida gracias a un sofisticado sistema (el mismo al que Él estuvo -¿porqué estuvo verdad?- en el navío Rhapsody). Toda una telaraña, una red nerviosas de cables, tubos que alimentaban, hidrataban, desechaban y en momentos de extrema lucidez o despertar, suministraban los benditos bocadillos de pastillas que hacían que el salto hacia el deseado abismo del abandono fuera una virtual realidad plausible. Y así llegaba la caída. Esa caída sin fin que generaba la duermevela. Esa caída eterna en silencio, frío y oscuridad. Esa caída que no llevaba nunca al consuelo final de la muerte. La caída solo servía para recordarnos nuestra fragilidad e indefensión y que la oscuridad nos amparaba e iluminaba. El frío y la negritud nos abrazaba por igual y al caer todos juntos formábamos parte de un sumun, de un destino común. Un destino que nos protegería de por vida, que nos haría imprescindibles, únicos y deseados siempre y cuando renunciáramos a nuestra egoísta y prepotente individualidad.

El Oscuro Ser

En el subnivel Tierra Helada del navío Atenas, evolucioné. Decidí matar, ascender, olvidar mi espectro artificial de humanidad y dejarme llevar por el instinto, el deseo, lo inmediato, sin censura mental, sin condicionante temporal. Asimile. La asimilación era la evolución y el camino único total. Asimilé todas las formas de vida existentes en el navío, así como el propio navío en su integridad. Mi nuevo cuerpo era una fusión de mente, alma, carne, hueso, sangre, aceite, estructura metálica, circuito y demás componentes que integraban el navío. Atenas era yo. Yo era Atenas. Sentí la estupefacción de los navíos que nos acompañaban: el Rhapsody y el Unicron. Sentí su miedo e incomprensión, escuché sus comunicaciones y vi sus grabaciones sobre mi proceso justo antes de que fueran asimilados por mí. Estábamos en orbita de Luna 19, mis amigos de nueva raza habían conseguido atraernos. No se como. No me importaba. Los bocadillos de pastillas, los cables, el trabajo, las dudas, la debilidad y la necesidad quedaron en el pasado. Mi nueva raza me llamaba, me llamó desde que nací, Ellos eran las voces de mi cabeza, Ellos fueron siempre reales y mi raza de origen intento acallarlos, nunca los comprendieron ni a Ellos ni a mí. Ellos Me insuflan su esencia, su poder, los siento pese a la distancia que nos separa. Es ahora cuando llega el momento de comunicación, de conexión, de comunión completa. Asimilo Luna 19 y el planeta que orbita. Mi cuerpo crece y pide más. Ellos son yo. Yo soy Ellos. Soy una nueva especie, un nuevo ser único. Soy El Oscuro Ser y con mi luz oscureceré y asimilaré todo lo existente. Acabaré con la miseria, la tristeza, la soledad, la muerte y la enfermedad. Todo, todos estaremos unidos, inmortales en mí, para mí, por mí, para toda la eternidad.

El Oscuro

Escribir. Debía escribir. Seguir escribiendo como fuera. En el formato que fuera. De la manera que fuera. Sin esperar orden ni coherencia ya que la espera frena. No puedo ser frenado en este actuar vital que puedo hacer diariamente pero que no culmino por pensar en estructuras lógicas que no tiene sentido aplicar. Porque no soy uno solo, porque hay más personas en mí, porque la realidad no es una y lineal sino multiexistencial y con una temporalidad total donde pasado, presente y futuro fluyen aleatoriamente sin orden ni sentido. Por eso mismo buscar orden y sentido es una locura. Lo más cuerdo es dejar fluir este aparente sinsentido multiexistencial que es la realidad incomprensible que atisbo y que no debo intentar comprender; simplemente vivir. Proseguía evolucionando ya sin intentar entender ni buscar explicaciones ni porqués. Mi habitáculo origen de cables y pastillas fue cambiado por una habitación más grande en la que me movía desconectado y ahora, paseo por todo un Bosque Oscuro. Mi mano es sujeta en este paseo por La Dama del Bosque que me mira tiernamente mientras me dice que soy bienvenido de nuevo a mi hogar. Hoy, soy: El Oscuro. 

Escribo de verdad por primera vez

Toda mi vida he creído que escribo. Es mentira. Es una falsedad más de la insana virtualidad, de los cables, las pantallas, las sondas y los bocadillos de pastillas. Nunca he escrito de verdad, lo que si he hecho toda mi vida ha sido pulsar teclas que transmiten letras a un blog que no lee nadie. No voy a extenderme más en letras de mentira después de mi experiencia de hoy. Si, hoy he escrito de verdad por primera vez. Hoy me han dado un cuaderno y un bolígrafo y he descubierto como era capaz de trazar gráficos que representaban las ideas que en mi mente discurrían así que, en vez de trascribir nada, este momento merece ser plasmado y expuesto en su realidad física tal y como hago a continuación.






Unicrón

El amanecer temprano me hacía abandonar la madriguera y las crías. Este hecho me provocaba una tristeza extraña que no sabia definir. No era solo por el hecho de levantarme tan temprano (que también) si no por el alejamiento de los míos y el control de otros sobre mi vida y mi tiempo. Había escrito esto millones de veces en diferentes épocas, formatos y situaciones aunque, ahora, en comparación con otras veces, no me podía quejar, no tanto al menos. El entorno era mejor pero aún así, esa tristeza del recuerdo en la mañana, aparecía. Hacia calor, mucho calor. La mierda fluía ansiando conocimiento para nuevas épocas y etapas. Estos meses pasados habían sido solo una introducción. Debía llegar el cambio no del todo definido pero si percibido y abocetadamente sabido. Ese cambio que me llevara a esferas mas altas de autosuficiencia, movimiento, cuerpos y quehaceres. Escribo de nuevo después de mucho tiempo, demasiado. Reconectarme a La Red, a esta parecida pero no igual, ha sido complicado ya que... pero bueno, me detengo e intentare continuar de la manera más coherente posible enlazando con mi última entrada. Todas mis preocupaciones sobre los problemas de La Red tenían un fundamento real. Sin que nadie nos informara de nada, habíamos sido atrapados por la órbita de un navío una 50 veces mayor que el nuestro. Meses siendo una pequeña luna de este navío mayor. Meses viajando pegados a este sin saber objetivo, rumbo ni destino. Meses que me alejaban de Luna 19. Mientras orbitábamos, este navío mayor se conecto a nuestra Red, haciéndose dueño y señor de toda la información de nuestro hogar así como de sus protocolos de actuación. Nuestra madre Rhapsody murió, siendo todos sus hijos adoptados por este padre mayor llamado Unicrón; padre que debía disponer de un sistema de ocultación sorprendente para no ser visto ni detectado por nadie. La cantidad de energía necesaria para ocultar un navío de tan inmensas proporciones debía ser inconmensurable. No se que ha pasado con el resto de la tripulación del Rhapsody. No se cual es la función de este nuevo navío del que creo formo parte. No se cuanto tiempo llevo encerrado en una habitación aunque este encierro no es nada comparado con el de mi vida pasada. En estos escasos metros cuadrados me he movido más que en toda mi existencia anterior. Estoy desconectado, respiro por mi mismo, como y bebo sin cables, los bocadillos de pastillas han desaparecido y siento que pienso y percibo el entorno de manera diferente. Tengo una ducha, un aseo, una cama, un escritorio... Parece como en las antiguas películas que me enseñaba mi compañero artillero. También tengo un portátil desde el que puedo acceder a La Red y seguir escribiendo en mi blog. 
Amanecía de nuevo. No era capaz de percibir el tiempo de forma continuada y gradual. Volvían los sentimientos de abandono y las presencias de los espíritus del pasado. Dos bichos corretean por el suelo. Se paran. Hacen movimientos circulares simultáneamente. Parecen solo ojos mirándome desde el suelo. La oscuridad los llama, los hace salir. La luz les hace esconderse. Las imágenes de un momento vivido, esa luz capturada en una retina artificial y reproducida en un papel, muestran el momento desde fuera mejor que cualquier recuerdo que puedan albergar mentes fragmentadas. Quizá necesite mis bocadillos de pastillas, mis líquidos, tubos y ventosas. Hay como una sensación de desarraigamiento, de una necesidad de volver a la postura de protección fetal de antes de. ¿Seguirá mi madre viva?

Cuerpos de un cuerpo mayor

Aún no había recibido respuesta para mi solicitud de desacoplamiento. La Red continuaba con su comportamiento extraño. Me tenían preocupado las constantes peticiones de crédito para continuar. ¿Se habría encarecido el uso de La Red y no me había enterado? Quizá estuviera en alguna de esas fases ocasionales de mantenimiento y limpieza. Al no poder desconectarse sin provocar daños irreparables en las unidades biológicas, ejecutar este barrido junto al proceso diario de requerimientos operativos, debía ralentizarla y provocar errores. Los cables conectados a mi cuerpo me daban oxigeno, me hidrataban y me alimentaban. Las sondas eliminaban mis desechos corporales. Las ventosas cuidaban mis músculos y huesos de su escasa movilidad. Los bocadillos de pastillas eliminaban el dolor y adormecían cualquier pensamiento de horror o estrés posible. Aquí comía, aquí cagaba, aquí meaba, aquí dormía, aquí escribía, aquí trabajaba, aquí soñaba... En mi horario laboral como artillero disparaba a todo lo que pudiera dañar el navío: a los asteroides, a la basura espacial (cada vez más) que llevábamos generando tras tantos miles de años moviéndonos por el espacio, a las naves de empresas mineras que pensarán en robar de los estómagos de nuestras bodegas, a esclavistas que quisieran abordarnos y llevarnos a otras naves (como si eso fuera peor a estar aquí)... Cuando quería hablar con mi compañero artillero o con mi escasa familia y amigos me conectaba con mi avatar a La Red. Cuando quería follar buscaba a cualquier puta barata o avatar que lo deseara. Mi traje, ademas de asearme y aportarme la temperatura necesaria simulaba todas las experiencias ¿reales? No entraba mucho en los Mundos Ideales, prefería la soledad de mi blog, de este resquicio de un pasado extinto. No sabía realmente porqué. Me preguntaba si todo esto que pensaba y escribía le pasaba a alguien más por la cabeza. Supongo que esta locura que venía de fabrica era la causante además de los cables, ventosas, bocadillos de pastillas, trabajos y realidades múltiples que experimentábamos desde que nacíamos y nos conectaban a esta madre de metal que nos alimentaba y nos daba oxigeno y calor (este era personalizado ya que era un gasto inasumible crear un hábitat para un navío de tales proporciones)... Protegidos del vacío a cambio de nuestra vida y sumisión a sus directrices, el navío era ser un ser vivo que nos utilizaba como células, órganos, glóbulos, plaquetas... ¿Serían todos los navíos iguales? La semana que viene pasábamos rozando el perímetro de seguridad que rodeaba a Luna 19. 

Desacoplamiento

El Rey sonaba en mi reproductor de sonidos aleatorios. No era el rey que Mano de Guerra asesinó. Era otro rey de la lejana época humana de reclusión planetaria que hacía música. No entiendo el porqué. En tan largas distancias sociales y culturales, pese a poder acceder a nuestra historia como especie, a veces esta era incompresible debido a la propia cultura contemporánea que nos tocaba vivir. Era curioso como la humanidad había cambiado. Lo único que nos unía era El Imperio. Cada navío, debido a sus largos viajes intergeneracionales, desarrollaba sus propias leyes, costumbres, hábitos sociales, creencias, leyendas... Al Imperio le daba igual mientras cumplieran sus fechas de entrega a La Tierra, tuvieran sus informes de navegación actualizados y por supuesto, lo reconocieran como autoridad suprema. Solo nos unía el ir y venir para abastecer nuestro antiguo planeta de origen. Ayer volví a sumergirme en el agua. Era agradable después de tanto tiempo, pero seguía igual: las primeras horas me resultaban gratas y placenteras pero conforme avanzaba el día, se me hacía insoportable. No era capaz de crear en los Mundos Ideales una versión completamente eficaz que me gustara. Además, siempre aparecía una supuesta compañera compatible de rasgos y formas totalmente deseables pero que al final, nunca consumaba un acercamiento hacia mí. Quizá por eso cada vez pasaba más tiempo aislado en mi trabajo y en mi blog, algo que a veces pensaba no servía para nada. 
La gente dejo de leer blogs, redes sociales, libros electrónicos...  Esas cosas protegidas por la Ley de Patrimonio Histórico de la Red. ¡Otro chiringuito montado para sacar crédito de las subvenciones del Imperio! ¡Era sorprendente que todavía funcionaran pese a que nadie los usaba! La gente no accedía a las versiones antiguas de La Red. Se conectaba a esta con su avatar en sus Mundo Ideales creado por ellos mismos y ahí se reunían con sus familias y amigos. Familias y amigos que apenas veían en su mundo real. El mundo real funcionaba solo para que fuéramos un engranaje de los navíos y nos moviéramos solo lo imprescindible de nuestro puesto ya que los acoplamientos y desacoplamientos del sistema por parte de las unidades biológicas consumían energía. 
Dejo de escribir, miro a mi compañero que sigue conectado viendo sus prohibidas películas de ciencia-ficción y vuelvo a recordar lo que escribí sobre los que hicieron esas películas, sobre el horror que sentirían al ver como son nuestras naves y sociedades actuales. Mi entorno... Mi mundo... Mi vida... Se desarrollaba en un navío de proporciones descomunales habitado por más de 300.000 personas o más bien: engranajes necesarios para el buen funcionamiento de la nave. El navío no era como en las películas de mi compañero. No era una nave hermosa, plateada ni aerodinámica. Era simplemente una esfera gris y funcional que aprovechaba la gravedad para ir orbitando y rebotando de planeta en planeta, de estrella en estrella... de todo cuerpo cósmico al que pudiera agarrarse para seguir impulsándose. Evidentemente también podía dejarse llevar por el impulso inicial, estas maniobras citadas solo se usaban para velocidad y selección de rumbo. En su interior tampoco había largos pasillos de luz, ni habitaciones, ni salones de recreo, ni jardines con cúpulas cristalinas... Quizá los hubo en los comienzos, no lo sé, pero conforme fuimos adaptándonos más y más a vivir en el espacio, se fueron economizando y eliminando recursos innecesarios. En la actualidad, mi puesto, mi lugar de trabajo, es lo único que conozco de la nave junto a los pocos kilómetros a la redonda por los que he paseado en mis escasas desconexiones. Hace tanto que no veo a mi madre físicamente. ¿Seguirá viva aquí en el navío? ¿Será su presencia en mis Mundos Ideales solo un recuerdo? Debería desenchufarme e ir a verla. No recuerdo la última vez que me desacople del sistema. Quizá lo solicite hoy y con suerte, en un par de días, pueda levantarme de aquí. Mientras tanto permanezco enchufado a esta, mi otra madre: El navío Rhapsody. <Solicitando desacoplamiento de Rapshody y de La Red> <Por favor, aporte crédito necesario para tramitar su solicitud>>>>>>>>>>>>>>>>>>>

Inyecciones de crédito

Compatibilizando inyecciones de crédito Paypal/Bizum para conexión a La Red. <Conectando>>>>>>> <Error 404 deshabilitado>>>>><Recuperando continuación de lectura en blog>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>         
El imperio era una colosal corporación que dictaba las leyes humanas en La Tierra y el espacio. Los Otros: piratas, empresas mineras, navíos espaciales independientes... eran la otra cara de la humanidad que no había conseguido ingresar en el Imperio y que vivía en los limites de la legalidad pero respetando la autoridad de este. No dejaba de ser una simbiosis. Se necesitaban mutuamente. Unos por mantener un cierto orden ideológico y económico y otros para que su ilegalidad no se le fuera de las manos al contar con una fuerza represora que marcara pautas y limites. El tiempo pasaba y no se encontraba vida ni planetas habitables. Las terraformaciones se cancelaron. Demasiado caras: rentabilidad a muy largo plazo. Era más económico y sostenible seguir navegando, moviéndose, dejándose simplemente llevar por la inercia y la gravedad a través del vacío. A lo largo de ese camino, económico y sostenible, se acumulaba energía solar y radiaciones del entorno circundante casi al mismo tiempo que se gastaba quedando así siempre el generador de la nave en los niveles recomendables de 80% - 100%. Se encontraban planetas, lunas y asteroides que con pequeñas órbitas de unas semanas rellenaban nuestras bodegas de minerales y de paso, mira, si encontrábamos vida, pues genial. Pero ahora existía una crisis sin precedentes que podía desestabilizar todo el sistema. La primera en miles de años. Los hechos de Luna 19 eran imprevisibles. Esa era mi impresión. Estaba cansado. Demasiado tiempo pensando en todo esto que escribo (con escasos conocimientos ortográficos y expresivos) en este blog  (que nadie leerá) y que no deja de ser una visión personal de mis circunstancias, de mis lecturas de la historia pasada, de las películas de mi compañero artillero, de los líquidos fluidos que corren de los tubos a mi cuerpo, de los bocadillos de pastillas que adormecen mi mente y de las ventosas reparadoras que mantienen activos mis casi inamovibles músculos. Algo pasa con La Red últimamente que me tiene inquieto. De nuevo me aparece un error de conexión y el susodicho mensaje de falta de crédito. No suelo estar muy pendiente de los ingresos por mi trabajo de artillero y de mis gastos en La Red pero hay algo preocupante en estas solicitudes tan constantes de crédito. Tendré que investigarlo antes de llegar a Luna 19. Ya falta poco.

Error 404

Por favor, añada crédito para poder seguir usando los recursos de La Red. Conexión a La Red restablecida por usuario donante. <Loading>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>> >>>>>>  El sistema iba creciendo y adaptándose continuamente a la situación. Ya no servia de nada llegar el primero a ningún lado. Con el simple hecho de orbitar y navegar despacio el sistema podía mantenerse in aeternum. ¿Para que llegar los primeros a ningún planeta si la piratería cósmica, el espionaje industrial y el robo generalizado de recursos era una de las mayores fuentes de sostenibilidad de nuestra sociedad? Toda la humanidad estaba vinculada a los navíos espaciales. El Imperio lo sabia y permitía que los trabajadores que ellos no asumían, fueran contratados por esa competencia. Era lo menos malo. Era preferible un sistema que mantuviera a las personas, aunque fuera en la ilegalidad, a acarrear la responsabilidad de un sistema en quiebra económica, ideológica y social. A fin de cuentas, el sistema ideológico era la base de todo. Sin economía ni guía en la vida empezaban las revueltas sociales de los que no tenían nada que perder. Así, se garantizaba la estabilidad y el beneficio de sanciones por no acometer la legalidad. <Error 404> <No se encuentra el blog que usted estaba leyendo> <Crédito agotado, por favor, restablezca crédito para nueva conexión a La Red>

Demasiado tiempo escribiendo on-line

Creo que si. Creo que el camino de la letra puede ser el acertado, el definitivo. La letra perdura de una manera diferente que no sé explicar. Mirando al espacio infinito había mucho tiempo para pensar y mucho más para escribir. Mi compañero artillero prefería ver películas. Teníamos confianza. El leía mis escritos sin decir nada en contra de ellos y yo callaba el hecho de que consumiera estos productos prohibidos. Le encantaban las antiguas películas de ciencia-ficción. Esas que eliminaron y prohibieron por su supuesto optimismo en el viaje espacial y en los logros humanos. Si los que hicieron esas películas vieran nuestras naves a día de hoy quedarían perplejos y horrorizados. El viaje espacial en busca de vida extraterrestre fue el comienzo de esta locura, de esta soledad como especie que se hizo cada vez más grande dentro de nosotros mismos. Alguien invento ese antiguo orgullo de supremacía que vendieron con los Sputniks, Apolos, Voyagers, Pollagers y mil nombres más que no recuerdo. Todo fue una tapadera. Creo que la idea de los orgullos nacionales y todo lo que se invirtió en esos cacharros sirvió posteriormente para la industria armamentística, política y económica. Esa idea de orgullo es lo que prostituyeron a una incipiente humanidad cósmica y, aún hoy, según las necesidades de ELLOS, todavía lo hacen. Pero cada vez interesan menos estos temas. Una gran mayoría de la humanidad esta desgastada. Somos solo un engranaje de millones de piezas biológicas que sustentan estos ataúdes metálicos que surcan el cosmos. Nunca hemos encontrado vida, ya no sirve de nada ser los primeros en llegar a ningún lugar cuando las naciones (y sus orgullos patrióticos) han desaparecido y la vida terráquea esta esparcida por el universo con el único objetivo de mover estas naves que son la fuente de nuestra supervivencia. En su momento, cuando La Gran Reubicación, no se pensaría que acabaríamos así, o al menos eso quiero creer. Lo único que creo que se pensó es que todos los recursos planetarios y toda la humanidad había pasado a especializarse, a desarrollar sus ideas, creencias, hábitos de vida y economía en torno a los viajes espaciales. No se podía desmantelar la enorme flota sin asumir una segura crisis económica y existencial de magnitudes sin precedentes. Esto había superado a la religión. Tantas generaciones preparándose para el encuentro de algo, para viajar por el espacio, para obtener recursos en otros lugares, para terraformar planetas... ¿Se les iba a decir que se acabo? ¿Que volvieran a su bola de barro a buscarse la vida? ¿Que nuestro destino era ser prisioneros de La Tierra? ¿Que no tenia sentido invertir todos los recursos de nuestra especie en el movimiento por el espacio? Se intento, ¡claro que se intento! Todas las empresas que invirtieron en ofrecer trabajos y productos fuera del viaje espacial quebraron por falta de trabajadores y compradores interesados. Todos los políticos que asumieron este retorno al hogar en sus programas electorales cayeron a votos cero. ¡Claro que la gente quería estar en su planeta! Pero quería estar en ese entorno limpio, cristalino y natural que se ofertaba y se constituyo como la máxima imagen del éxito en la vida. Deseaban ese planeta desprovisto de masificación humana y construcciones artificiales. Fue la manipulación y el negocio del siglo, ¡que digo del siglo, del mileno!, ¡que coño!, ¡de toda la historia de la humanidad! Vender todo el puto planeta a través de una campaña de comedura de cabeza global donde el ecologismo, la sostenibilidad, la reducción de personas y construcciones humanas por metro cuadrado, eran la solución. El negocio perfecto. Las clases altas permanecerían en un Edén desde el cual lo gestionarían todo y las clases medias y bajas de trabajadores, las viviendas, los almacenes, fabricas, cárceles, recicladoras de residuos... Se trasladarían a los millones de navíos existentes (habría que darles algún uso). Mientras los trasladados ejercían la loable y honrosa misión de buscar vida extraterrestre, recursos, planetas habitables o terraformables:  trabajarían, estudiarían y se prepararían para ascender al máximo nivel de créditos disponibles para solicitar el traslado a La Tierra. Generaciones enteras viviendo y muriendo en navíos espaciales. Hormiguitas llevando migajas a su reina, a un hormiguero del que nunca recibirían protección ni consuelo en los duros y fríos días del invierno. <¡Bzz!>, <¡Bzz!> ¡Mierda! ¡Demasiado tiempo escribiendo on-line! ¡Mi conexión a la red necesita una inyección de crédito para continuar! <¡Clic! ¡Clic! ¡Clic!>, guardarguardarguardar antes de perder todo lo escrito.

Eliminando mierda

Fumaba mientras el mal olor que impregnaba la estancia penetraba en lo más profundo de mí. Salí y me encontré a un tío cagando en mitad del pasillo. Lo miré, me miró, no nos conocíamos, continuo cagando tan tranquilo. Su mierda era detestable y carente de conocimiento alguno. Su mente no contenía nada significativo y por extensión, nada que transmitir en su mierda. Era, tanto su mierda como él, puro desecho totalmente prescindible. Saque mi blaster y efectúe un tiro laser rápido y certero. El tío quedo ahí tal cual, rígido, como los cagones de los belenes. El mal olor desapareció. Encendí un cigarrillo. No era un mal día. Había solventado el problema del mal olor y lo mas importante: Ya tenia mi billete para Luna 19. Baje a la licorería a ver si, con suerte, encontraba algún amigo que me invitará a echar un trago para celebrarlo.

Oscuridad

Mano de Guerra restregró por mi cara la sangre del rey. Era una sensación extraña que me desagradaba y gustaba a la vez. Era como una especie de relación intima que exaltaba el deseo sexual: El liquido vital del rey, el sudor de Mano de Guerra, el sentimiento de la Guerra Santa, la virgen de tetas grandes, boca ardiente, movimientos voluptuosos y manos pequeñas tocando todas las partes de mi cuerpo... Lazos azules nos rodearon. Cadenas de seda que marcaban la carne dejando una señal leve pero perceptible. Sudor, sangre, baba, semen, fluido vaginal... Líquidos, líquidos, ¡líquidos! Mis pesadillas pasadas de cables, ventosas y bocadillos de pastillas estaban plagadas de líquidos en equilibrio y armonía. Aparté de mí a la virgen deseosa que cabalgaba como una posesa. Mi polla casi permanece dentro de ella debido a mi brutal movimiento de desacoplamiento. Corrí por los lúgubres pasillos de aquel lugar desconocido pero cercano a la vez. Iba desnudo, como en todo buen sueño que se precie de serlo, por que ¿era un sueño verdad? Miré hacia abajo. Perfecto. Mi polla aún colgaba entre mis piernas, bailoteando al son de mi corrida o carrera. Se escucho un estruendo de tal magnitud que hizo que mis oídos se saturasen y fueran dominados por un leve zumbido de sonido blanco. Me derrumbé. Oscuridad. Tranquilidad. El tiempo pasaba sin conocer la exactitud de su discurrir. Allí me sentía en paz y tranquilidad. Mis sentidos se desconectaban por completo. No había nada que ver, escuchar, oler, saborear o tocar. Era la paz máxima. Vi algo por el rabillo del ojo, me volví, no había nada. Era extraño ya que creía tener los ojos cerrados. Esta oscuridad no era la habitual o normal. No era esa que ves al cerrar los ojos. Era diferente. Un ente vivo que te hacia ver sin ver. Que te enseñaba que el no ver, era el ver real. La oscuridad que observas es lo que tus limitados sentidos te muestran de esta esencia existencial. Nuestra mente al no comprender lo que ve transmite solo una imagen de negritud. Pero si sabia interpretar otros mensajes. La paz, tranquilidad y armonía existente ante esta presencia si era un mensaje, una comunicación real. ¿Era esta oscuridad Dios? ¿Era otra forma de vida? ¿Y si el oscuro tapiz del universo fuera esa forma que estamos buscando? ¿Y si la escala existencial fuera tan infinita que nunca podríamos ver ni entender una forma de vida que tuviéramos enfrente de nuestras narices? En la oscuridad las ideas y preguntas me perturbaban con sus rápidas apariciones. Debía salir de este simulacro de vida, de este sueño, porque ¿era un sueño verdad? Quizá en Luna 19 encontrara respuestas a todas mis preocupantes cavilaciones. A lo lejos, en la oscuridad, pequeñas letras rojas parpadeantes decían: "OFF". Necesitaba que alguien me invitará un café.

Escribir, solo escribir

La idea de una sola herramienta batallaba contra la de una caja entera de ellas. ¿Y si me dedicara solo a escribir? Con estos dibujos, con estos gráficos mágicos que al ser unidos muestran ideas y representaciones de nuestros mundos reales e imaginarios. Las letras ¡me hacen poder expresarlo todo! Podría quizá ser un objetivo en serio para el año que viene o finales de este. Acabar los otros proyectos creativos que tengo en mente y dedicarme en exclusiva a este blog. Expresarlo todo por aquí, aprender las normas mínimas de ortografía y escritura, ser este un campo de bocetos para su posterior adaptación y traslación a libros impresos y así, disponer de una bitácora seguida por todos mis congéneres humanos para poder trasladarles todas mis experiencias y conocimientos cuando decida dar el salto al cambio de especie y vivir en Luna 19. Mi estomago ruge de la emoción o... ¿del hambre? ¿Me echará alguien unas monedas para comer hoy?

A veces pensaba que debías morir

A veces pensaba que debías morir. Como si esa fuera la puerta a la libertad. No era nada personal, también lo había pensado anteriormente con otras personas, como si eso justificará el pensamiento. Sabía que no estaba bien pero, no podía evitar pensarlo. No me consideraba mala persona pero cuando estas ideas surgían dudaba de los conceptos inculcados del bien y del mal, de mi autosuficiencia y de si debía volver a los cables, ventosas y bocadillos de pastillas. Nunca estuve enfermo realmente. Nunca necesite de esos tratamientos. Siempre fui superior y por eso me adormecieron e hicieron creer que mi mente era un peligro para mi y para los de mi entorno. Me cure, eso dijeron. Me devolvieron mis licencias para largos viajes espaciales y mis visiones sobre lazos, manos pequeñas, aguas, insectos y diversidad de líquidos fluidos en comunión, desaparecieron; al menos despierto. Dormido ya era otra cuestión pero como no solía recordar mis sueños, solo acaso sensaciones, pues ni decía, ni me preocupaba por nada. Aprendí a no desear controlarlo todo aunque sabía que era capaz de ello. Hacerlo sería trascender y me sentía demasiado ligado aún al ser humano. Quizá, si algún día te matara, trascendería definitivamente. Era tan fácil. Pero no era el momento. Aún me sentía parte de esta colmena humana, algo apartado pero parte de un engranaje comunitario. A lo mejor algún día decido matarte, eliminar mis vínculos de especie y vivir definitivamente el resto de mis días en Luna 19, adoptado por mi nuevos amigos de raza.

Ellos

Se le cerraban los ojos. Estaba orgulloso de su progenie. La mierda alertaba de su salida. Él estaba preparado. Esta no lo salpicaría ni a él ni a su descendencia. Antes si lo había hecho. Antes si habían sido embadurnados. Pero antes si fue necesario: para aprender. Ahora estaban muy cerca del nivel de maestros así que el Imperio repartiría esta masa detestable, que forma parte de todos nosotros siempre, entre otros menos afortunados que, si la aceptaban, quizá aprenderían. Si no asumían este transito temporal acabarían envueltos en ella el resto de sus días. La mierda tiene que alimentarse pero respeta a los que han aprendido con ella y no los suele molestar si no hay una razón de importancia considerable. El Imperio era relativamente justo si se miraba en perspectiva. Repartía mierda, dolor, aprendizaje y amor en cantidades bastante equitativas. Su reparto no era apenas cuestionado. Quizá sí el porque debían de ser ellos los gestores. Pero la duda ante quien podía repartir mejor sobrevolaba a los que se quejaban y arreglaban los problemas del mundo y la sociedad en bares y tertulias de euforias varias. Al final, a falta de soluciones mejores, se aceptaba lo menos malo. No eramos el mejor producto evolutivo pero si el menos malo. Arcaicas combinaciones azarosas de una biología en crecimiento nos envolvió con un lazo azul para regalar a esa diosa de pequeñas manos. Se nos considero el producto menos malo de todas las combinaciones posibles. La diosa de manos pequeñas pero siempre dispuestas, se empeñó en que podíamos ser mejores. Así que nos excreto a esta bola de barro que asumimos como nuestro hogar y donde debíamos aprender a superarnos. Aprendimos (dependiendo del punto de vista) y dejamos nuestra bola de barro surcando el infinito sideral en busca de vida y recursos. Miles de generaciones viajando con la única compañía de innumerables reacciones que creaban estrellas, planetas, satélites, pulsares, quasares, agujeros negros... Pero nada de vida. Creíamos estar solos en el universo hasta que descubrimos nuestra antítesis en Luna 19 y, supimos que no estábamos solos. Y aquí no se detuvieron los descubrimientos. Parecía que tras este primer contacto se desencadenaron puertas a otros sucesos enlazados que hicieron que todo fuera a más. Desperté o dormí, aun no sabía en que estado me encontraba. Sólo sabía que había una sensación de rapidez y lentitud, de luz y oscuridad, de bucear en el cosmos y respirar otra esencia existencial que ni era la humanidad, ni eran los virus de Luna 19. Eran unos ojos que me miraron desde la inmensidad del espacio. Ojos a los que yo devolví la mirada y con esta, surgió una comunicación incomprensible que mezclaba en un todo:  imágenes, sonidos, olores y sensaciones indescriptibles. Allí, a millones de años luz de nuestra bola de barro ancestral, supe que había otros estratos habitados diferentes a los perceptibles por nuestros sentidos y entendimientos. Allí supe que ELLOS existían.


Off

Una nueva herramienta estaba en fase de adquisición. Desde que acepto la multiexistencialidad frente al pensamiento único y lineal había avanzado considerablemente. Con una herramienta única era imposible desarrollar todos los trabajos. Había que disponer de un buen arsenal, de una completa caja de herramientas para según el trabajo a desempeñar, usar una u otra. Quedaba claro pues, que con esta actitud, no se descartaba nada. Todo era útil en mayor o menor medida. Todo sería usado en un momento u otro. La ordenación, encauzamiento y desarrollo seguía pues, en proceso. Este lugar que lo rodeaba iba a ser el principio de ese cubo cósmico que guardaría su trabajo diario. Público o privado ya se vería más adelante. Ahora había que continuar definiendo así que... Enlaces dimensionales informativos para su catalogación, plataformas en proceso de estos escritos y después, ya veríamos. No tenía muy claro el por que pero esta mañana se había despertado estúpidamente feliz, motivado y centrado pese a que la artillería láser iba a ocupar mucho de su tiempo en breve. La música tripartita, curiosamente, sonaba mientras pensaba en todo esto. Los proyectos pues, daban su visto bueno a esta consideración. Las Guerras Creativas parecían ser una sombra que oscurecía el pasado y que ahora, eran solo un recuerdo que con su luz actual dispersaban todas las sombras. Los que aseguran que todo será seguro vuelven a llamar asegurando que todo saldrá seguramente bien. Luna 19 seguía ahí, latente, pero en cierta manera, buscando adeptos que aceptaran su régimen, que desearan integrarse en su sistema contra el Imperio. Hacia tiempo que había cortado definitivamente los cable y ventosas que lo hacían dependiente de esa otra maquinaria pasada. El Imperio, en cierta forma, lo había salvado pero, ahora, sentía que existían otras alternativas, que Luna 19 podía ser un hogar, que el no actuar sería igual o más eficiente que otro tipo de acciones. Así que pensó en dejar apartada por un instante esa nueva herramienta en desarrollo para el Imperio y seguir trabajando con las que tenia antes de embarcarse en nuevos proyectos. Las temáticas concretas, los enlaces dimensionales, la artillería laser como punto de vista para explorar otras verdades universales, el sonido del universo como desarrollador además de como escuchador... Eran tantas las herramientas posibles que podían conformar su realidad que a veces le abruma su capacidad de pensamiento. Los sueños le resultaban aún algo que se le escapaba. Tiempo ha, tuvo la capacidad lucida, pero fue solo un instante. Era curioso como sabia, sin recordar, que dependiendo de sus viajes oníricos, su actitud, trabajo y determinación era influenciada por estos. La Batalla de Evermore fue determinante para que, de alguna manera, quizá como defensa psicológica, se cerrara a las pesadillas. No quería volver a los cables y ventosas, no quería empezar de nuevo su dieta de bocadillos de pastillas, debía superar esto. Quizá por eso, de manera inconsciente, se cerro a recordar los sueños lucidos. Sentía que aún estaban ahí aunque no podía ni interactuar ni recordarlos. ¡Vaya lucidez! Esto debió apartarlo también de la Segunda Tribu y relegarlo a artillero. No lo sabia. No lo recordaba pero, lo intuía. Múltiples cuestiones se abrieron en su mente. Como cuando en la oscuridad veía sin ver pero sentía la rapidez y la sensación de vértigo. Sin duda alguna, su mente orgánica no era capaz de procesar todo lo que su esencia ansiaba hacer, ver y discernir. Por eso, esa rapidez en la oscuridad, no era capaz de interpretar imágenes. No porque no las hubiera, si no porque su capacidad de procesamiento no disponía de recursos para reproducir tan rápido y cuantioso aporte de datos. El Culto lo atraía hacía la carrera. El líder impartía las directrices de trabajo. El calor acechaba. El frío perdía posiciones. Debía ir acabando, salir de la rapidez e incorporarse al flujo temporal normal antes de que todo el sistema se cortocircuitara. Vio un destello fulminante que aparto la oscuridad solo un instante. Cuando esta volvió de nuevo a dominar todo el campo visual, la velocidad se había detenido. Muy a lo lejos se divisaban una letras rojas parpadeantes que decían "OFF".

Orgullo hundido

No estaba tan mal. En pocos días había actualizado levemente su manejo. No era ni mucho menos como el de los antiguos controles con los que era capaz de recorrer universos enteros pero era un retorno razonablemente aceptable y esperanzador. Incluso había conseguido mayor puntuación en los simuladores que muchos de los artilleros más jóvenes. En breve empezaba la vuelta al trabajo. Había estado mucho tiempo sumido en un periodo de reclusión, creación, estudio y pensamiento para consigo mismo y los habitantes de su entorno más cercano. No le apetecía salir de su enclaustramiento para retomar sus labores de artillero laser en los mastodónticos cargueros imperiales que atravesaban la galaxia. No le apetecía pero sabia que debía hacerlo. Este tiempo anterior no era lo normal socialmente establecido (aunque para él era más normal que la vida diaria que llaman normal) y debían de asumirse rápidamente todas las responsabilidades para el buen funcionamiento del sistema imperial. La plaga de la Luna 19 casi acaba con una humanidad prepotente que creía controlar su entorno por completo. Nuestro orgullo como especie estaba hundido. Miles de astronaves infectadas y perdidas en el espacio, centenares de colonias destruidas por sus propios habitantes, millones de personas muertas por esta locura de plaga de la Luna 19... Miles de años dispersos por el universo buscando vida y cuando la encontramos, es un virus que casi acaba con nosotros en el primer encuentro. Ahora sabíamos que estábamos solos y que este era, ademas de nosotros mismos, nuestro único depredador en este universo. Un depredador contra el que no valía para nada nuestra grandiosa flota imperial rebosante de recursos armamentísticos. Como decía, orgullo hundido como especie.

Tribus

Se dice que no y es cierto. Los escudos, las defensas y convicciones aguantan pero a veces, hay que reconocerlo, estas son superadas. Es normal y admisible. Todas las defensas son rebasadas alguna vez en los continuos ataques. Un bastión impenetrable es una utopía. Cuando las defensas son derribadas se siente de nuevo el dolor de la traición por el ataque de la segunda tribu, de esa de la que formamos parte una vez, de esa en la que se creyó para levantar muros sectoriales y territoriales donde las actitudes, cercanías, entornos y amistades podrían cimentar una envidiable tribu fuerte y continua en el tiempo. Se consiguió. Se mantuvo. Pero, sin nosotros. Nos apartasteis. No entendisteis quizá, el espíritu de las crías comunes, de una progenie fuerte y unida bajo el mando y la educación conjunta. No aceptasteis nuestra ola de critica constructiva. Preferisteis agachar la cabeza, haceros fuertes en vuestros errores comunes y no aceptar ni discutir los vuestros, ni los nuestros. Os disteis cuenta que la visión que teníais de la felicidad y armonía era aceptada en vuestro núcleo pese a las deficiencias así que, nuestra expulsión fue un hecho no declarado pero si aceptado por vuestra indiferencia. Y pese a todo, cuando os vemos reunidos, aún os admiramos y amamos por lo que fuimos. Sabemos que no podrá volver a ser. Somos conscientes de las etapas existenciales sin vuelta atrás. No vais a ser atacados. Pero sabemos que debemos tener nuestras defensas preparadas contra vosotros. Tampoco atacáis directamente. Queremos creer que mantenemos las distancias en señal de respeto por nuestra antigua y gloriosa alianza que nos hizo hacernos con el poder de la gran Villa del Sol. Pero ese poder, ese mandato, esta fragmentado, ya no es de nadie. Y como se dijo, vuestras acciones, sin ser ataques directos, afectan parcialmente nuestro bastión. Así que las defensas son reforzadas y se prosigue creciendo en poder continuo pese a la dificultad. Aún se mantiene la creencia y esperanza de que quizá, algún día, en los entornos territoriales del sector de nuestro Gran Río, encontremos alianzas verdaderas y estables en el tiempo ya no para atacar. La fuerza de nuestro poder es la de desarrollar el proceder sin afectar a los demás. Nos enorgullecemos de invertir el poder de la acción en nuestro propio discurrir sin mirar a los lados. Construyendo herramientas lineales que aseguren nuestro caminar mientras nos defienden de los avatares del camino. Avanzando solos, como una tribu aislada de las demás por no ceder a las imposiciones de pensamientos únicos y absolutistas.




Desgana

La desgana avanzaba. El interés económico por solo escribir avanzaba, también. El lector pagador, editor o mecenas no aparecía. La música temporal atrapaba. Las guerras estelares eran curiosas en relación a las guerras mentales pensadas que no terminaban de acontecer. Al final, tú y tú y solo tú no estuvo tan mal aunque se había perdido esa aureola de complicidad. Todo es idealización. Crees que las personas actuarán de otras maneras. Crees que pueden dar más de si. Crees que son mejores. Pero no. Las personas son planetas que giran en su propia órbita. A veces pueden arrastrarte como satélite. A veces te estrellas contra ellas como un meteorito y puedes destruirlas si eres más grande o ser arrasado por su atmósfera si eres más pequeño. El suelo seguía siendo el lugar de juegos ideal. El dolor aparecía cuasi diariamente, de una manera u otra, en un cuerpo cada vez más desgastado. Este hecho era comparado con el recuerdo de cuerpos nuevos que jugaban todo el día en suelos duros y calientes sin mostrar dolor alguno, sin necesidad de exponer, reseñar o manifestar nada. Ese era el verdadero tiempo vivido. El tiempo que no se sabia, el que no hacía falta justificar ni conocer, el que se pasaba sin miedo a perderlo o a desaprovecharlo. La tarde era perfecta de por si. Un compendio de uno mismo, de relaciones humanas, de plantas regadas, de cielos estrellados bajo los que dormir en completa paz. Sus pequeñas manos se ofrecían para cualquier acción. Conciliando mente y cuerpo. Los cuentos desarrollaban historias creativas propias. La cinta adhesiva tapaba agujeros necesarios. La dispersión se intensificaba. El miedo al dragón seguía haciendo que doliera la cabeza. No deseaba volver a las ventosa y cables. Eso era inviable. Lo suyo no tenía solución, sabía que debía vivir con su tara y sus bocadillos de pastillas ya que intentar arreglarlo sería desmontarlo por completo, eliminar todo lo que venia de fabrica y manufacturar una nueva entidad que ya no sería él.



Obnubilación

Obnubilación de los sentidos por el alcohol. Pero este no condiciona, ni justifica, ni hace tomar actitudes ni decisiones negativas o dolorosas para con los demás habitantes del entorno. Al contrario, hace que fluya la creatividad escrita, la relajación, la pausa, la tranquilidad y el deseo de emprender el sueño de los justos. No de muerte, esta nunca, la inmortalidad sigue siendo el objetivo que prodigo a la espera del ser supraterrenal que otorgue el don de las tinieblas. No es entendible, nunca lo ha sido. No se puede asimilar que un progenitor de la desdichada tómbola de la vida, pudiera atacar a sus vástagos con palabras y actitudes denigrantes, incomprensibles y contra natura. Nunca tendrá justificación ni en la más alocada de las escrituras alcohólicas, fumadoras o inyectables. La paranoia venía de fabrica. De luces oscuras que ensombrecían los trabajos de tallado de esas figuras primigenias que ansiaban, que esperaban un hálito, un soplo de vida de esa, su mitad hacedora. Mitad que debería haber sido mas fuerte y responsable ya que su otra mitad, lamentablemente, caminaba sola en la locura esquizofrénica de ratas tras las paredes, corderos en los pasillos y mesías que solo ella veía. El ser luminoso que aparecía en la pared por las noches, quizá pretendiera solventar las soledades emocionales de los primeros años del crecimiento de ese ser recluido en proceso pero, lamentablemente, no era recordable su aportación. Solo el miedo, no mucho, lo justo de una vuelta en la cama, para darle la espalda, igual que se le daba al mundo. Se seguía durmiendo en oscuridad completa y tranquilidad por lo que casi seguro que nunca tocó ni fue perjudicial para el niño de los oscuros pasillos de velas ambulantes. Fue época sin sueños, sin pesadillas, sin pensar en nada. Pero había algo en esa oscuridad que no se parecía admitir. Visiones, psicotrónica, perdida del habla ocasional, muñecas que retorcían su naturaleza habitual, dolores de cabeza, epilépticos episodios de disociación donde el cuerpo y la mente iban por separado. Época de bocadillos de pastillas, de cables y ventosas que deseaban descifrar lo indescifrable. Toneladas de papel intentando plasmar en gráficos que subían y bajaban, el pensar que no pensaba, el alma desgarrada por un comienzo mal comenzado, adulterado, fracasado y condenado al ocaso de los tiempos porque la paranoia, viene de fábrica.

Extreme

Suena Extreme. ¿Suena extremo? ¿El que? Lo que ibas a decir. Ah, no. Prefería escribir. La puerta estaba abierta. El día fresco y nublado. Esperaba un cambio climático que apostara más por una glaciación que por un desierto caluroso. El frío daría más vida. Agua. Si, como aquellas aguas que hablamos entraban en ti, solo ellas, solo a ellas les permitías tu discurrir. ¿Es enfado o frustración? No, de verdad, en su momento quizá si lo fue pero, cuando surgió el encuentro y la oportunidad, no seguí hacia adelante, deje tus carnes palpitantes a un lado y me fui, así que no puedo exigir ni reprochar nada. ¿Seguirá el frío? El climático me refiero. El interior hace tiempo que lo supere. Bueno, realmente no lo supere pero a base de heridas y cicatrices sobre cicatrices pues la carne se insensibilizo por completo. No duele ya clavar la lanza ahí. Molesta, pero no duele. La puerta se cierra. El aire sigue entrando fresco. No es un buen día para el intercambio humano de pipises, aguas y fluidos diversos pero ha sido tu elección. Lo extremo va acabando. Finales armoniosos acompasados. Mañana te veré y no me apetece nada volver a escuchar tu egolatría dolorosa autocomplaciente y autojustificable de tú, de solo tú y tú y mas tú. Lloras diciendo que estarás más ahí pero solo es eso, agua desde tus ojos. Aguas contaminadas e imbebibles que no aportan, que no valen nada. Suena el Halo. Lo oigo y a la vez lo percibo a mi alrededor. Halo de insensibilidad por las heridas constantes superadas, halo de desapego hacia ti y hacia muchos más. No necesito escucharte, no necesito hablarte pero, lo hago, mañana al menos, lo haré, si no surge, claro está, ninguna melodía o distorsión temporal preferente que cambien los planes originarios de tus necesidades, la tuyas, las solo tuyas, tú y tú y tú y más tú. Tú, frente a un mundo que no te entiende y del que eres víctima porque elegiste serlo, porque era la excusa perfecta para justificar tu actuares y procederes. ¡Vaya! Empieza a salir el Sol. Al final, parece, que tu elección de aguas comunes no es tan desacertada aunque, sigo notando el frescor sobre mi erizada piel. Si el agua me tocara, seguro que me sumergiría en la frialdad de acuáticas personalidades naturales y vocales. Foolhouse dice que me quede en casa, preferentemente solo a ser posible pero, no va a ser posible.



Sobra Sada

Sobrasada das sobrante, complementas con fuagrás. Café, leche y chocolate, lazo azul que haces volar. Columpios, piedras y zapatos, pequeñitos entran ya. Vuelven lazos de colores azul blanco nada mas. Cielo oscuro, aire frío, recordando tu actuar. Viejos días de reencuentros en tu zona habitual. La hermana, que el azul, llevaba en su mirar, no aparece, no la veo, caminar por el lugar. Y así pues nos despedimos y dejamos actuar, el transcurrir de los tiempos, del destino y chim pum pam.

Aguas

Aguas que reclaman atenciones. Deseos de sumergirse, de mezclarse con orines, con fluidos, con insectos, con virus comunes de estratosféricas ubicaciones circundantes en cielos corrompidos por la ponzoña de dioses antiguos cansados de la incompetencia humana. Miedos a la impregnación líquida por contactos comunes. Pensamientos que discurren entre callejones pasados donde el agua limpia y pura traía el roce de cuerpos lozanos y juveniles. Erecciones y deseos, enfados y frustraciones. Cansancio, agotamiento, bucle. Mirar atrás, hacia donde la simplicidad del momento espontaneo reflejaba actitudes no contrastadas, medidas, ni pensadas. Te quiero, me quieres, pero no es suficiente. Adiós. Hola ¿Qué tal viejo? Aun te quiero. La carne ha perdido la tersura y el deseo de antaño por tocarte pero... Te quiero. Separar. Hay que separar y enseñar a vivir. El quererte no implica, no debería condicionar, ni negar, ni atar a nada más. La sinceridad siempre se oculta. Se tergiversa. No se miente, pero tampoco de dice la verdad completa. Una ausencia de verdad es necesaria para poder continuar. Porque la verdad no siempre es bien recibida. Porque el que dice ser sincero y expulsar sus excrementos verbales sobre ti, no es siempre deseado. No quiero tu verdad. No quiero tu mentira. Vanagloriarte de decir la verdad es hacer daño en muchas ocasiones para sentirte superior dentro de tu inseguridad y patetismo escondido. No necesito hablar y mucho menos, escuchar. Veo sin mirar y escucho sin oír. No quiero este lenguaje vacío y extenso que cansa mis sentidos. Es demasiado lento, desesperadamente lento. Lo que tu dices en cinco minutos de palabras repetitivas en modo infinito yo puedo decírtelo en una mirada o en un desprecio al no escucharte. Pero no quieres comunicarte. Solo deseas hablar, que te escuchen y sobre todo, escucharte a ti misma, ese monologo en decadencia y aburrimiento. Los rizos brillantes bajo el sol, el cuerpo prominente tan lejano y deseado, los besos intermitentes y vigilantes, la verde hierba, el agua discurriendo por todos los surcos de tu piel. A ella la dejas entrar en todos los lugares que a mi no me permites. Lo entiendo, a ella la conoces desde siempre, forma parte de ti. Yo solo soy un pedazo de carne en movimiento cuya agua quizá te ahogue. Se acaba el calor. Llega el invierno. Te vas. Lejos. El agua se congela. Hace frío. Pese a todo, a tu no estar, prefiero el frío y tu ausencia. Tu calor era como estar en orbita cercana al Sol. Ciego, dañino, cancerígeno. Bienvenidos pues los oscuros días, las lluvias, los vientos y las negras tormentas en amaneceres que nunca empiezan.



Gilipollas de las risas

Gilipollas de las risas, del chiste fácil sexual, de caída al tropezar, de tarta en la cara, de palabras vulgares, cuanto más vulgares, mas graciosas, de parecer mejores por simpatías seniles y populares. Graciosos por ser payasos mejores que los serios “faltos de humor y simpatía”. Vendedores de humo dentro del rompecabezas de tétricas tristezas. Verdaderos hombres son los que en la conducta sin falacia pueden recibir y transmitir emociones todas sin caer en la estupidez ni en la perdida del honor, manteniendo así, la personalidad altiva pese a la soledad de no comulgar con la incongruencia del animal social por obligación, o sin obligación. Saliendo de su circuito, te vas al pasillo de las oscuridades abandonadas. Comunicaciones ficticias llenas de gorgoteo. Comunicaciones escasas, únicas, reales, basadas en el silencio, la mirada y el tacto. El hablar sin hablar, idioma universal, no es estudiado ni expresado por apenas nadie. Pantallas que promulgan. Circuitos que calientan cuerpos ya calientes que no consiguen satisfacerse salvo por el agitado placer del onanismo autocomplaciente. Mierda que resbala por los azulejos despegados por la ausencia de vida y calor de una casa abandonada pese a convivir entre pasillos, fuera de las habitaciones vacías. Velas que iluminan la ausencia de luz moderna. Cera líquida que quema tus manos con un pequeño placer que eriza tu piel y hace circular la sangre hacia el engrandecimiento de músculos flácidos. Miedo a lo de afuera. Lo de dentro ya lo conoces. Seguro entre neveras vacías, luces intermitentes y una familia esquizofrénica y fragmentada. Vives su locura que es la tuya. Prefieres esa, ya conocida, a los graciosos del exterior. A los que no les importa nada pero te preguntan como si valieras algo para ellos. Conciencias carcomidas que creen poder curar sus pedazos encangrenados con breves biopsias de atenciones hacia ti.



Escribir por escribir

Escribir por escribir, dadaísmo perejil. Amalgama de repulsa, de estupidez obtusa. Creencias de insanos prejuicios, de imágenes que censuran la palabra y el hacer. Y tal pues, por algún lado la cadena ha de ceder. Para no caer en la locura de ahogarse con la propia mierda de la palabra no dicha. Parábola intransigente de hacedores contrahechos. Luces, oscuridades, mas negros que blancos en el cielo acaramelado de hipócritas decires, o si acaso, de no verdades completas. Pensamientos dudosos de expresión en el maremágnum ciclónico de la pura expresión. Búsqueda y caída. Resurgimiento. Antropomorfismo idealizado de conductas reprochables. Y vivir así en la palabra dicha sin pensar pero que sin embargo, expresa el inconsciente de las cosas innombrables. De las que no se pueden decir porque no se saben, porque se desconocen, porque aun no se han inventado palabras para definirlas, porque atentan contra la moral y la sociedad domesticada en la unilateralidad.